7 anotaciones 7 para el libro Entre líneas: el cuento o la vida, de luis landero.
Uno. Entre líneas: el cuento o la vida… Primera cuestión: ¿Por qué este título?
Por la mezcla de realidad y ficción. Autobiografía y sucesos imaginados e inventados. Para Landero la literatura (el cuento) emana siempre de la vida, de la memoria, del recuerdo. Ficción y realidad se confunden, son la misma cosa: un molino que es un gigante, un rumor de hojas que es a la vez un rumor de olas… La metáfora. Nadie expresa mejor este fenómeno que Cervantes: don Quijote lee, lee y lee. Un día levanta los ojos del libro y, oh maravilla, he aquí que en el mundo cotidiano se ha obrado una metamorfosis: BACIYELMO –la bacía de barbero se transforma en un yelmo-.
Todos somos narradores [...] Ocupamos [el tiempo] en contar lo que nos ha ocurrido, lo que hemos soñado, imaginado o escuchado [...] Nunca contamos fielmente los hechos, sino que siempre inventamos o modificamos algo...
Dos. ¿A qué género pertenece este libro? Desde mi punto de vista parece ser un ensayo, considerado éste desde sus orígenes (Essais de Montaigne) como el escrito de mayor o menor extensión en el que se van depositando las más variadas reflexiones sobre la vida y sobre los más variopintos temas que le incumben al ser humano: el amor, la amistad, el arte, la literatura…
Tres. Una visión sencilla, pero sorprendente de la muerte…
(Habla sobre su padre ya muerto) … A veces me pregunto cómo estará allí bajo tierra y entre sus cuatro tablas, en su nochecita ya eterna, sin lluvia, sin tabaco, sin naranjo, sin hijos, y qué habrá sido del tejadito de sus manos.
Al final, parece que las cuentas de la vida no le salieron
Cuatro. Sobre la escritura: … qué gran invento ese, dejar en cada frase, más que la voz, el gesto que antecede a la voz, y más que decir, llorar la pérdida de lo que muere al ser nombrado.
Cinco. La sinestesia existe antes en la vida que en la literatura: la sinestesia es una experiencia vital, y surge de los rotos que el olvido va creando en la memoria. Valga como ejemplo el que propone Manuel Aguado para ilustrar esta figura retórica: ¿qué tiene que ver un loro y un sombrero de copa en un barco? Pues bien, éste naufraga y el loro se salva gracias a que se instala en el sombrero de copa y flotando, flotando llega a la costa. Así funciona la memoria: su naufragio –la rotura de la que habla Landero líneas más arriba- en el tiempo, el olvido, permite que experiencias e impresiones alejadas entre sí se encuentren de pronto unidas indisolublemente.
Ahora me viene a la memoria un ejemplo, también de Luis Landero, de su magnífica y cervantina novela Los juegos de la edad tardía, en el que uno de sus personajes huele a gallina mojada…, ¿no es éste precisamente un recuerdo vago de la memoria asociado a un instante?, ¿alguien sabe a qué huele una gallina mojada?
Seis. Como afirma el crítico Ricardo Senabre, los capítulos pares, destacados en cursiva, ofrecen materiales que se apoyan en la realidad (serían lo autobiográficos) y que parecen preludiar construcciones más complejas. Son microrrelatos que acaso constituyan el embrión de escenas o de obras que algún día alcanzarán mayor desarrollo.
En relación a esto, es ilustrativo recordar y releer la sorprendente historia de los tumbados: ser que, sin anuncio previo, sin razón aparente, sin el menor síntoma de enfermedad, y en perfecto uso de sus facultades mentales, decide quedarse postrado en la cama indefinidamente […] A salvo de los temores de la vida, de los afanes y de tener que proyectarse un futuro que siempre es incierto y amenazante.
Siete. Un fin de libro paradójico: […] los cuentos son como son, y no se pueden cambiar […] porque entonces ya no serían verdaderos…
Por la mezcla de realidad y ficción. Autobiografía y sucesos imaginados e inventados. Para Landero la literatura (el cuento) emana siempre de la vida, de la memoria, del recuerdo. Ficción y realidad se confunden, son la misma cosa: un molino que es un gigante, un rumor de hojas que es a la vez un rumor de olas… La metáfora. Nadie expresa mejor este fenómeno que Cervantes: don Quijote lee, lee y lee. Un día levanta los ojos del libro y, oh maravilla, he aquí que en el mundo cotidiano se ha obrado una metamorfosis: BACIYELMO –la bacía de barbero se transforma en un yelmo-.
Todos somos narradores [...] Ocupamos [el tiempo] en contar lo que nos ha ocurrido, lo que hemos soñado, imaginado o escuchado [...] Nunca contamos fielmente los hechos, sino que siempre inventamos o modificamos algo...
Dos. ¿A qué género pertenece este libro? Desde mi punto de vista parece ser un ensayo, considerado éste desde sus orígenes (Essais de Montaigne) como el escrito de mayor o menor extensión en el que se van depositando las más variadas reflexiones sobre la vida y sobre los más variopintos temas que le incumben al ser humano: el amor, la amistad, el arte, la literatura…
Tres. Una visión sencilla, pero sorprendente de la muerte…
(Habla sobre su padre ya muerto) … A veces me pregunto cómo estará allí bajo tierra y entre sus cuatro tablas, en su nochecita ya eterna, sin lluvia, sin tabaco, sin naranjo, sin hijos, y qué habrá sido del tejadito de sus manos.
Al final, parece que las cuentas de la vida no le salieron
Cuatro. Sobre la escritura: … qué gran invento ese, dejar en cada frase, más que la voz, el gesto que antecede a la voz, y más que decir, llorar la pérdida de lo que muere al ser nombrado.
Cinco. La sinestesia existe antes en la vida que en la literatura: la sinestesia es una experiencia vital, y surge de los rotos que el olvido va creando en la memoria. Valga como ejemplo el que propone Manuel Aguado para ilustrar esta figura retórica: ¿qué tiene que ver un loro y un sombrero de copa en un barco? Pues bien, éste naufraga y el loro se salva gracias a que se instala en el sombrero de copa y flotando, flotando llega a la costa. Así funciona la memoria: su naufragio –la rotura de la que habla Landero líneas más arriba- en el tiempo, el olvido, permite que experiencias e impresiones alejadas entre sí se encuentren de pronto unidas indisolublemente.
Ahora me viene a la memoria un ejemplo, también de Luis Landero, de su magnífica y cervantina novela Los juegos de la edad tardía, en el que uno de sus personajes huele a gallina mojada…, ¿no es éste precisamente un recuerdo vago de la memoria asociado a un instante?, ¿alguien sabe a qué huele una gallina mojada?
Seis. Como afirma el crítico Ricardo Senabre, los capítulos pares, destacados en cursiva, ofrecen materiales que se apoyan en la realidad (serían lo autobiográficos) y que parecen preludiar construcciones más complejas. Son microrrelatos que acaso constituyan el embrión de escenas o de obras que algún día alcanzarán mayor desarrollo.
En relación a esto, es ilustrativo recordar y releer la sorprendente historia de los tumbados: ser que, sin anuncio previo, sin razón aparente, sin el menor síntoma de enfermedad, y en perfecto uso de sus facultades mentales, decide quedarse postrado en la cama indefinidamente […] A salvo de los temores de la vida, de los afanes y de tener que proyectarse un futuro que siempre es incierto y amenazante.
Siete. Un fin de libro paradójico: […] los cuentos son como son, y no se pueden cambiar […] porque entonces ya no serían verdaderos…
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